La solidaridad garantizó la canasta escolar de los hijos de Tiempo

La colecta colectiva que impulsó una compañera de Revista 23 permitió que los pequeños de 30 compañeros del diario pudieran contar con un kit escolar para el comienzo del ciclo lectivo. Pudieron cargarlos en las mochilas que donó el Sindicato de Aceiteros cuando visitaron la redacción del matutino.

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Repudio de la UNLP contra los despidos en el gremio de prensa

El Consejo Directivo de la Facultad de Periodismo platense aprobó una resolución donde le exigió al Gobierno que «cumpla con la pluralidad de voces en los medios» y denunció casos de censura, persecución y cesantías.

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Zloto, Varsky y Tenembaum: tres voces que rompieron el silencio

La segunda radio abierta que organizaron los trabajadores de Radio América en la puerta de la emisora, escribió un nuevo capítulo de resistencia en la octava semana de paro que sostienen los trabajadores del éter. Por la lluvia, el estudio central volvió a vibrar con la fuerza de un aguante colectivo que, en su primera edición tuvo a Lalo Mir y Andy Kusnetzoff.

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Una cadena internacional sumó su aporte

Se trata de la francesa Carrefour a partir de una gestión de la consultora de prensa Público y Privada. La donación engrosó las reservas con las que se alimentan 400 familias hace ya más de dos meses.

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Corte en el Obelisco y una gran marcha para reclamarle al Gobierno una respuesta

Ante las dilaciones del Ministerio de Trabajo y desafiando el protocolo, hubo un piquete de dos horas en la 9 de Julio. Luego, una nutrida columna del SiPreBa junto a otras organizaciones se movilizó a Plaza de Mayo. El Ejecutivo se comprometió a establecer un canal de diálogo formal con los trabajadores.

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Crónica de treinta días de permanencia en defensa de los puestos de trabajo

La redacción de Tiempo se transformó en una extensión de los hogares de periodistas y fotógrafos. Las guardias y el trabajo cotidiano. La solidaridad de sectores políticos, sociales y colegas de prensa. El motor de la edición del boletín «Por más Tiempo».

El sol sale por la ventana del fondo, allá donde se termina la redacción, allá donde las sillas vacías de los editores de Política no alcanzan a dar sombra. Amanece un nuevo día en el edificio que hasta hace un mes era nuestro lugar de trabajo y que ahora se transformó en una extensión de nuestras casas. Llegó la hora del mate compartido entre los que durmieron sobre colchones desparramados por ahí y los que llegan para cubrir el turno de la mañana. Comienza un nuevo día de esperanzas. Porque, che, en algún momento tiene que haber una solución. No cobramos nuestros sueldos desde hace tres meses, el diario no sale desde hace un mes, pero nosotros seguimos acá, juntos, unidos, tirando para adelante, con la fe intacta, con la fuerza de quien sabe que tiene razón. Sólo queremos seguir trabajando, que nos paguen por hacerlo, que nos salden la deuda por lo que ya hicimos. ¿Es mucho pedir? Parece que no. La lógica indica que no. Pero sí. En este tiempo que nos toca vivir ya estamos convenciéndonos de que sí es mucho pedir.

Esta permanencia pacífica en nuestro lugar de trabajo cumple un mes. La solidaridad de mucha gente hizo que sobreviviéramos comiendo lo que venga y durmiendo poco, nuestro empuje hizo que fuera posible, las actividades programadas en las asambleas hicieron que no fueran tan tediosas las horas en la redacción, el silencio y la desidia de los dueños hizo que la bronca también se transformara en un motor para seguir luchando. Sobran las anécdotas, emocionan las muestras de solidaridad. Desde la lectora que llega a media tarde con una pasta frola “para acompañar este mal momento” hasta el colega de otro diario que aparece con una pila de billetes “resultado de una colecta entre los compañeros”. Desde las asambleas vespertinas multitudinarias hasta las charlas entre cuatro cuando un sábado a la mañana se hace difícil la concurrencia. Desde la juntada para ver un partido de fútbol por la tele hasta la tortilla al disco que hacen entre varios (y que comen entre muchos) en el patiecito del tercer piso. Siempre con una sonrisa, con el ánimo arriba. Pero cuando la sonrisa empezó a transformarse en mueca y el ánimo flaqueó, nunca faltó la palabra de aliento del otro, del que la está pasando igual de mal. Así nos hicimos fuertes.

Por Más Tiempo (la página y el boletín) nos sirvió para demostrar y demostrarnos que estamos vivos, que seguimos siendo periodistas, fotógrafos, diseñadores, dibujantes, infógrafos. Toda la gente que nos leyó y nos apoyó en este emprendimiento nos dio vida mientras los dueños de la empresa intentaron matarnos. Por eso, un mes después, aquí estamos. Y estamos dispuestos a seguir peleando por nuestra fuente de trabajo, por nuestra dignidad, por nuestras familias.

No queremos que esta batalla la ganen los empresarios corruptos que nos deben tres meses de sueldo y el medio aguinaldo del año pasado. No queremos que el Estado nos dé la espalda. Por eso seguimos acá, en nuestro lugar, como desde hace 30 días, con esperanza, la fuerza renovada y la unión a flor de piel. Soportamos promesas incumplidas a montones de quienes nos deben pagar y no lo hacen. Y también que nos ningunéen. Lo que no soportamos es que nos quieran quitar la dignidad. Por eso estamos acá y permanecemos acá. Desde hace un mes y hasta que encontremos una solución.

Una acción contra el lock out patronal

El lunes 29 de febrero Tiempo volvió. Ese día los trabajadores produjeron y publicaron en versión digital una edición del diario que, desde hace un mes, no llega a sus lectores.

La decisión adoptada en asamblea apuntó a desenmascarar el lock out patronal que frenó la impresión del matutino como parte de su plan de vaciamiento. Mostrar al diario vivo por el trabajo de sus periodistas y reporteros gráficos fue otro de los grandes objetivos. Y se cumplió.

La edición incluyó varias primicias y títulos que replicaron durante toda la jornada. La primera declaración de Milagro Sala desde la cárcel -la dirigente de la Tupac Amaru acusó al Poder Judicial y al gobernador Gerardo Morales por su situación judicial-, las novedades del caso Nisman, lo que no se había contado sobre el encuentro entre Mauricio Macri y el Papa Francisco, y la situación del Hospital Garrahan, fueron sólo algunas de las producciones que incluyó un «ejemplar» que mostró que en la redacción de Tiempo todavía late la energía y el profesionalismo para hacer un diario.

Inmigrantes iraníes se cosieron la boca por desalojo violento

La cruda protesta ocurrió en «Junta de Calais», el campamento de refugiados más poblado de Francia. Fue una respuesta a la destrucción de viviendas en un sitio en el que miles de personas viven y esperan cruzar al Reino Unido.

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Martínez Rojas y la falsa metáfora del auto fundido

Hace poco más de un mes, el supuesto comprador de Tiempo Argentino y Radio América eligió una fallida comparación para referirse al matutino. Las falacias del argumento empresario y el verdadero motor de un colectivo de trabajo que se mantiene de pie y en lucha.

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Ni Boca se salvó de la salvaje ola de despidos del macrismo

A Arruabarrena le pincharon los globos amarillos que tanto defendió. El Tano Angelici, siempre fiel soldado del actual presidente de la Nación, arrojó por la ventana al técnico xeneize y a las pocas horas (oh, casualidad…) lo reemplazaba por los mellizos Barros Schelotto. Un accionar que no debe sorprender. De eso modo actúan los muchachos en el club de fútbol que manejan como su propia empresa; tal como lo hacen con el propio Estado.

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Gabriela Michetti continúa con la ola de despidos en el Senado

La vicepresidenta y titular de la Cámara alta echó por decreto a más de 300 trabajadores. La orden fue firmada un día antes de que Mauricio Macri abriera las sesiones ordinarias en el Congreso. Esto se suma a la primera tanta de despidos que Michetti ordenó semanas después de asumir.

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