En esta foto estamos Soledad Quiroga y yo entrevistando a Pepe Ribas. Sole es la única mujer fotorreportera de Tiempo Argentino (la única “ella” en medio de “ellos”). Yo soy redactora en la sección cultural del diario. Pepe Ribas fue el creador de una revista mítica (y contracultural) llamada Ajoblanco, que hizo historia en la España posfranquita hasta que se dejó de editar a fines de los noventa. Pude leer algunos de los últimos números que se conseguían en Rosario, donde me mudé para estudiar comunicación social, cuando no había internet y cuando deseaba con todo mi corazón dedicarme al periodismo gráfico.
El tránsito de Rosario a Buenos Aires no fue sencillo. Una no elige dónde nace y yo nací en un pueblo de Santa Fe. Lo malo: queda lejos de Buenos Aires. Lo bueno: queda lejos de Buenos Aires.
O sea, fue necesario golpear muchas puertas, pasar muchos exámenes, seguir estudiando a full (además de Licenciada en Comunicación Social soy Magister en Periodismo; no digo que sirva para algo más que para conocer pero conocer, en una profesión como ésta, lo es todo). Escribir, escribir, escribir y ejercer mi oficio ahí donde se abriese un hueco. Porque los periodistas no elegimos dónde trabajar, no elegimos nuestros patrones, no necesariamente estamos de acuerdo con la línea editorial.
A la vez, esa cierta distancia existencial de Baires también me dio una mirada un poco desenfocada, oblicua, sobre algunos asuntos. Y a veces está bueno poner la vista ahí donde otros no ven. Creo que el periodismo consiste en algo más que generar primicias. Es también proponer otras formas de mirar esa realidad que de tan transitada, se vuelve invisible. Pude hacer eso muchísimas veces desde que hace casi seis años, en este diario que (dicho en tono romántico, dramático, objetivísimo) vi nacer.
En la foto aparece el equipo fotográfico de Soledad y asoma mi campera de cuero comprada con el Ahora 12. También, en la mesa, medio escondida, está mi libreta de anotaciones. Y mi grabador no se ve, pero está. Éstas son nuestras herramientas, nuestras armas. Con eso enfrentamos cada día la calle para volver a la redacción y escribir a toda velocidad, a veces con más inspiración, a veces con más tedio. Ahora, además, tenemos que agudizar el ingenio colectivo para enfrentar una patronal vaciadora y un gobierno que no respeta los trabajadores. Malos tiempos para el periodismo y justamente por eso, el periodismo se vuelve imprescindible para hablar de lo que nos pasa.
Contar historias. Con la imagen, con las palabras. Es lo que sabemos hacer. Es lo que queremos seguir haciendo. El vaciamiento de Tiempo Argentino afecta a las 200 familias que desde hace tres meses no cobramos y que vemos nuestra fuente laboral recontra amenazada. Pero también afecta a una sociedad que se queda sin palabras ni imágenes plurales que la cuenten. Y eso hace a cualquier sociedad más pobre, menos luminosa.