Esperé tantos años esta oportunidad…
Ya lo había probado con todo: velas, rosarios, promesas, la ley de atracción y nada. Noches en vela pensando en cómo sería tenerla, cómo sería mi trabajo; cubrir un mundial, una catástrofe natural, una invasión alienígena. O por qué no, hacer una infografía de un San Lorenzo campeón. Pateé calles, redacciones. Hice locuras, viajé lejos buscando abrir mercados, trazar puentes. Imprimí cientos de currículums, quemé CD’s. Llamé, fui, vine, volví. Puedo decir que reconozco cada una de las baldosas de la Ciudad de Buenos Aires: en los regresos, siempre llenos de frustración, detecté patrones maravillosos en su morfología. Me replanteé la profesión. Puteé. Una. Mil veces. Maldije y volví a rezar. Compré El Secreto y lo tiré a la basura. Lo fui a buscar.
Un día de casualidad, cumpliendo una tarea que no tenía nada que ver con mis sueños, me hicieron una pregunta: ¿Qué sabés hacer? Y le dije “Infografía”. “Bueno… andá a tal lugar y si servís, te quedás ahí”. Y ahí se dio la oportunidad de mi vida, hace 11 meses y 7 días. La que no quiero perder, la que me duele en el corazón no poder hacer a diario.
No es nuestra culpa. Llevamos adelante, con dignidad, una tarea bellísima, llena de matices. Noble, poética, libertaria. Somos únicos. Afortunados. Hacemos arte y no vamos a aflojar.
Vivo con Memé, mi compañera, el amor de mi vida. Dos gatos quinceañeros y un cobayo maravilloso. Tengo una familia que me apoya y amigos con los que puedo contar. Iba a la cancha, hasta que no pude pagar más. Me gusta el mar y la música muy pesada.
Por ella, por ellos, por mí. Por nosotros.
Esperé tantos años esta oportunidad…