Soy Juan Alonso, nací en marzo del 67, tengo una hermosa hija lumínica de 21, y una vida errante: mi primer trabajo fue en la carnicería de mi primo al lado de una villa. Después fui vendedor de Bonafide y corredor de Canale. Anduve por todos los barrios: de San Isidro a Florencio Varela.
Estudié de noche. Soy periodista hace 27 años. Lo primero que tuve que cubrir fue un levantamiento militar con tanques en la Panamericana.
Llegué a Tiempo convocado por mi amigo Roberto Caballero, que conocí en Noticias a mediados de los ‘90. “Los pañuelos de las Madres van a ser nuestra guía, donde vayan los pañuelos blancos, vamos a ir nosotros”, me dijo en 2010. Y así fue. Tiempo tiene mística: es el diario que reveló cómo Magnetto y Noble se apropiaron de Papel Prensa y se asociaron con Videla para silenciar un genocidio.
Este colectivo de trabajadores cuenta con una asamblea diversa y potente. Pasa que acá dicen que hay que escribir de uno, prefiero escribir lo que siento.
Esta pelea por la preservación de nuestras fuentes de trabajo se convirtió en una construcción amorosa. En 60 días afloró lo mejor de la esencia humana. Mientras un grupo va a las plazas militantes en busca de ayuda para nuestro fondo de lucha, otros asisten a la Facultad de Sociales para dar charlas y obtener solidaridad. Otros se ocupan de mantener una guardia de compañeros en el edificio. Fuimos a todas las plazas resistentes. Estuvimos en la carpa de la Tupac y marchamos con Hebe: uno de los días más emocionantes de nuestras vidas.
Y mientras esto pasa, una compañera trae tortas, otra dinero. Una lectora ofrece su auto para traernos viandas de comida caliente; un canillita nos abraza en el festival que realizamos en La Matanza; tres cooperativistas herreros nos invitan a dar una charla para “los pibes que no tienen nada”. Un jubilado de 80 años, “marxista leninista”, dice que “jamás fui gorila”. Quiere venir a la redacción a dar una charla, “para los pendejos”.
La esperanza se construye y la verdad se milita. Lo saben las miles de personas que colaboraron con nosotros en el festival del Parque Centenario y en Parque Saavedra. La vecina que nos acompaña desde la marcha en 7 Días en la calle Malabia. La pareja que nos ofreció una cocina móvil como las de la Costanera para hacer hamburguesas y montar un nuevo festival en Amenábar 23. Lo mismo sucede con el dueño de un teatro de San Telmo que emocionado extiende su tarjeta para hacer juntos “lo que ustedes quieran”.
Lo que nosotros queremos es cobrar los sueldos atrasados, trabajar en el diario, pagar las cuentas, llenar la heladera y ser un poco más felices. Que los empresarios vaciadores Sergio Szpolski, Matías Garfunkel, Mariano Martínez Rojas, Darío Richarte -estrella cósmica del espionaje de cabotaje con Enrique “Coti” Nosiglia- abandonen la idea de torturarnos psicológicamente, además de hambrearnos, y cumplan con su responsabilidad. Pasa que el Estado macrista hace como que no pasa nada y asumió el rol de vocero de la patronal.
¿Los multarán por no pagarnos y sumergirnos en el desguace hace 60 días?
Habría que preguntarle a los miles de desempleados de este “cambio”.
Abrazo Juan. Ya sabemos . la unica lucha que se pierde es la que se abandona. Lili Oster
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Estamos de acuerdo con todo lo que expresaste, lo que no entiendo es en que cosa responsabilizas al gobierno Macrista
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Abran paso que se viene el tiempazo! Con la potencia de las palabras y la coherencia del hacer, la lucha se sostiene en el día a día! Fuerza compañeros !
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