Sé lo que hicieron el verano pasado

Fragmentos del diario que un compañero de Tiempo está escribiendo sobre los encendidos días de lucha de los últimos tres meses.

La marcha y la bronca

El operativo de la policía empezó temprano. En la esquina de Viamonte y Alem pude ver unos diez ratis cuando pasé con el auto. Todavía falta media hora para que comience el acto frente al Ministerio del Trabajo, pero parece que los policías quieren conseguir las mejores ubicaciones para ir marcando gente. Cuando freno el Gol frente al ministerio, un cobani de civil empieza a pispear y anota la patente. ¡Buchón!

Un par de compañeros me ayudan a bajar las tres gomas, una caja con algo de papel y la botella con un litro de kerosene. A las 13 la convocatoria se va engordando con muchos integrantes de la redacción de Tiempo. Por ahí está Karina, la piba que se encarga de la limpieza; y también la vi a Miriam, la señora de la recepción, que me contó que está con la soga al cuello, que no tiene ni para darles de comer a sus siete perros.

Desde Lavalle viene marchando parsimoniosamente una columna de La Cámpora (¡por fin vinieron, muchachos; era hora, ¿no?). En la puerta del ministerio los esperan los militantes del Polo Obrero y del partido de Luisito Zamora. Somos tres veces más de lo que habíamos sido la otra vuelta, hace ya tres semanas. Si no tenemos el apoyo en el territorio, por más comunicado y militancia tuitera, el asunto se perfila para quedarse empantanado entre el “chamuyo que gana tiempo” de Szpolski y la “estrategia avestruz” del ministerio comandado por el gordito Triaca.

Los pibes de El Gráfico, la sección más tribunera de la redacción, saltan agitados y repiten como un mantra el hit que compusieron para el evento: “Che, Sergio Szpolski / mirá qué distintos somos / creciste vaciando empresas / nosotros poniendo el lomo. / Che, Sergio Szpolski / esto no da para más / aunque te vayas a Disney / te vamos a ir a buscar. Decile a Richarte, / Garfunkel también, Mario Pergolini, tienen que saber / que con las familias / no pueden jugar. / La casa de Tigre / te vamo’ a quemar.” El otro éxito, acompañado por los tambores de Los Dandys de Boedo, es un cover de la marcha peronista, que acaba al grito de “¡El vaciador, el vaciador!”

Se fuma mucho, también se toma cerveza un poco. Siempre un oportuno vendedor se gana el mango en este tipo de eventos. Esteban, un redactor carilindo de Sociedad, con un aire a mitad de camino entre Fantino y Peter O’Toole, y también fana de los Rolling Stones –sobre todo fana de los Stones- me pide que me haga cargo de la pirotecnia. Brigada de explosivos otra vez. Esta vuelta tenemos menos balas, serán una docena de tres tiros. Ni bien prendo el primero, un policía de civil, con chaleco azul de la PFA, empieza a sacarme fotos con un celular. Le doy mi mejor perfil y apunto el tres tiros justo arriba de su cabeza. Como para que experimente el estruendo de los dioses chinos. Parece que se sintió halagado, y ahora me filma con una cámara profesional digna de Gus Van Sant. Registra cada uno de mis movimientos. Cuando pito el Camel, cuando me ato los cordones, o simplemente cuando me acomodo sobre una goma a conversar con Juan, el editor de Policiales. También cuando Jesús me pide un cigarrillo. ¿Cómo negárselo a otro cristiano?

Jesús es redactor de Policiales desde hace poco más de un año. Está dando sus primeros pasos en el “violento” oficio de escribir. Garra no le falta. Me cuenta que es la primera vez que camina por el bajo porteño. Vive en el Conurbano norte, en el lejano Pilar, y tardó más de dos horas para llegar al porteño ministerio laboral. Está a dos bondis y un subte de su casa. Jesús pita el cigarrillo y me dice que nunca vivió la malaria de estos días. Ni cuando estaba guardado en la cárcel. Ayer cortó pasto a destajo en su barrio. Pudo ganarse 300 pesos. Se lo ve entero a Jesús. La procesión va por dentro.

Los delegados tuvieron una reunión con el jefe del encargado del gabinete del ministerio. El “jefe del jefe”, según la complicada burocracia ministerial. Del gordito Triaca ni noticias. Les prometieron armar una mesa de negociación.

Para las tres de la tarde, la marcha se desinfla como un globo pinchado. Se aborta la movilización a las oficinas de Szpolski en Puerto Madero. Un llamado al celular de un delegado anticipa que el patrón del mal tiene intenciones de pagar sueldos atrasados en una de las empresas del grupo. Para Tiempo Argentino no hay ninguna novedad. Será cuestión de no bajar los brazos. Mejor guardar las gomas para los próximos días. Las vamos a necesitar.

Barracas, 20 de enero de 2016.

Mentira la mentira

Hoy se vendió el diario. Juan Pablo, el subeditor de Cultura, me mandó un mail muy flaco por la tarde sobre el asunto. Casi un telegrama donde gotea información. Luego llegó la confirmación en asamblea. Parece que finalmente Szpolski, algo “apremiado”, le vendió Radio América y Tiempo a un ignoto empresario correntino. Un tal Mariano Martínez, homónimo del galancito de telenovelas.

El nuevo patroncito de estancia, cuyo nombre completo es Juan Mariano Martínez Rojas (¡doble apellido, viste!), es un joven empresario de 38 años, dueño del Grupo M Deluxe, un nombre que parece robado de una marca de preservativos. M Deluxe es un “emprendimiento dedicado a la realización de eventos culturales y del mundo del espectáculo en la Argentina y el vecino Paraguay”, según reza su página web. En el sitio de la empresa, se promocionan únicamente shows para este año, ¡todos a confirmar!: AC/DC y Adele en el país guaraní, y Ricky Martin en Buenos Aires.
Se cuenta que el trompa nuevo, un verdadero self made man litoraleño, también es fana de los equinos. Nada de burros, algo más chic. Tiene un equipo de polo de primera categoría: La Alegría.

¿Experiencia en el mundo de los medios? En su legajo no figura ni la administración de una FM zonal. Todo muy turbio. Se comenta que es testaferro de alguien. ¿Pero de quién? Desde la Triple Frontera, mi amigo y compañero de ruta Pappo Pereyra me sugiere que Martínez firma los papeles y atrás están algunos gobernadores peronchos. ¿Capitanich? ¿Insfran? Puras especulaciones. También me cuenta que en Corrientes lo recuerdan por una pila de cheques sin fondos que Martínez repartía como Papá Noel en época de Navidad.

Se dice que el correntino también es conocido por su gusto por los autos de alta gama. Hace un rato pasó por la redacción, acompañado por sus abogados, para firmar la compra. Vino en una nave espacial de origen alemán, esos bólidos que cuestan como diez años de mi salario. Un pibe de El Gráfico anotó la patente. Tiene 30 mil pesos de deuda. Todo muy turbio. Como para gritar un sapucai a toda garganta. Profunda.
Por la noche, en la reunión que Martínez tuvo con los delegados, les prometió saldar la deuda de sueldos antes de finales febrero. Habló de hacer crecer el diario, de darle una tirada nacional, y también de comprar una imprenta. ¿No será mucho para un “nuevito” en este palo? Sólo endúlzame los oídos…

Cuentan que cuando los delegados le preguntaron si garantizaba la continuidad de los puestos de trabajo, Martínez no dudó un instante y repitió como un autómata: “Sí, están garantizadas las fuentes de trabajo”. “¿Y de los colaboradores?”, le agregó un delegado. “¿Qué es eso?”, consultó el nuevo zar correntino de los medios.

Me parece que es más tránsfuga que Szpolski. ¿O será su testaferro? Entre mis compañeros, la noticia logró descomprimir. Aunque seguimos sin un peso en el bolsillo. A la deriva, pero con nuevo capitán en el barco. En el ojo de la tormenta, sin más carbón, en pleno centro del océano. Hoy fue un día muy raro. Ese momento de cierta felicidad entre la mentira y el momento en que se descubre que es una mentira.

Barracas, 22 de enero de 2016.

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