El regreso colectivo del diario que nunca quisimos dejar de hacer

El domingo fue un día de renacimiento en la redacción. Para visibilizar el conflicto y desafiar el lock out patronal, los trabajadores volvimos a hacer el diario y lo difundimos en formato digital. El hashtag #VolvioTiempo se viralizó y fue tendencia. Una edición de lujo con el aliento de Milagro Sala.

Se debatió arduamente en asamblea. Pero ni bien se aprobó, la maquinaria volvió a funcionar. El domingo, la redacción completa de Tiempo Argentino se puso a trabajar como si en las cuentas del Banco Macro estuviesen depositados los tres meses de sueldo adeudados y el medio aguinaldo también. No fue el caso. No era el objetivo ofrecer fuerza de trabajo a cambio de una remuneración, porque de eso nos privaron desde hace rato Sergio Szpolski y Matías Garfunkel. La idea era otra: desafiar el lock out patronal, levantarle el perfil a la lucha y visibilizar el producto que la empresa desde hace 24 días no nos deja hacer: el diario que venimos editando desde hace seis años. Para que los lectores lo vieran, los medios lo reprodujeran, las redes lo replicaran, y la mayoría entendiera que, además de barrer, cocinar, armar festivales, mantener vivo un fondo de lucha, armar bolsones de comida, cortar calles y reclamar por nuestros derechos, somos capaces de publicar el fruto de nuestro laburo intelectual como trabajadores de prensa.

Volvimos a ser una redacción, esa que extrañábamos mucho, que necesitábamos experimentar una vez más para cargar oxígeno, para darle un nuevo impulso a la pelea. Hubo una reunión de editores más concurrida que nunca para un febrero caluroso. Hubo una grilla con la echada del día y el clásico pedido de fotografía; hubo un intenso diseño de páginas, una infografía elogiada, retoque de fotos, producción y redacción de notas, corrección de textos, edición de títulos, coberturas en la cancha, noticias, hubo un cierre, hubo nervio. Y una carta de apoyo de Milagro Sala desde la cárcel, que se convirtió en la apertura y el título central de tapa, llamando a los compañeros a no abandonar la lucha y definiendo su situación personal como un “secuestro” a manos de la justicia de Jujuy y el gobierno de Gerardo Morales.

«Tenemos material para hacer el diario más gordo del mundo» fue el diálogo optimista entre dos editores que Roly Villani inmortalizó en Facebook.

En paralelo, varios compañeros trabajaron en el operativo de difusión del regreso del diario. Instalaron en las redes sociales el hashtag #VuelveTiempo, contactaron a productores radiales, páginas web, agencias de noticias, colegas, para que se sumaran a la difusión masiva del retorno –por un día- del diario editado por los trabajadores. Ayer, esa etiqueta, y #tiempoargentino se convirtieron en tendencia en la red social Twitter por más de cinco horas.

Una forma de solidaridad que aportó la reproducción de las versiones digitales del diario –www.tiempoargentino.com e issuu.com/tiempoargentino y las notas escritas por nuestros compañeros. Igual que el corto documental que Dieguito filmó y editó en tiempo récord para convertir todo el proceso de producción en un relato colectivo entrañable.

Gustavo Cirelli, el director de Tiempo Argentino, decidió hacer suya la resolución de la Asamblea y la respaldó en una columna editorial cuyo párrafo inicial expresa impecablemente el sentido del regreso por un día del diario que nunca quisimos dejar de hacer.

“En las primeras páginas de Anatomía de un instante, libro del español Javier Cercas, el escritor cita a Jorge Luis Borges: ‘Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un momento: el momento en el que el hombre sabe para siempre quien es’. Por estas horas, que fueron semanas y ya suman meses, los trabajadores de Tiempo Argentino marcaron con su pulso, compromiso y profesionalismo, quiénes son, de qué madera genuina y solidaria están hechos y cuál es el destino colectivo que no dudaron en escribir cuando la mentira y la desidia arrinconaron a los laburantes y a sus familias contra el abismo de la angustia, la incertidumbre que impone la estafa no sólo moral de no cobrar los salarios desde diciembre -con el medio aguinaldo incluido-, la falta de certezas sobre el futuro laboral y por ende también, como consecuencia directa, el silenciamiento de voces necesarias en estos tiempos para narrar desde un punto de vista singular al conjunto de la sociedad qué es lo que está ocurriendo en esta nueva etapa que se abrió en el país y que ha nublado la esperanza de muchos, para alegría algunos. Falta la voz de Tiempo.”

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