Por Maby Sosa
Miguel Ángel Solá y Juan Gil Navarro coinciden en la forma de trabajar. Los Miller son padre e hijo en la telenovela La Leona, que protagonizan Nancy Dupláa y Pablo Echarri por Telefe. Una gran producción que pone en el eje del debate el intento de vaciamiento de una fábrica textil.
Klaus Miller, desde el balcón de la Textil Liberman, mira con una mezcla de curiosidad y desprecio a su hijo Gabriel. Éste, desde abajo y mientras intenta calmar a un grupo de trabajadores que lo cuestionan, se cruza con la mirada de su papá y se perturba. Se siente incómodo, perseguido, despreciado. Es esa situación, la síntesis de la relación que en La Leona les toca recrear a Miguel Ángel Solá (Klaus) y Juan Gil Navarro (Gabriel).
Fuera del set, los actores que fueron padre e hijo el año pasado mientras rodaban la tira que sale por Telefe desde mediados de enero, tienen otro vínculo. Se miran con cariño, se admiran, se citan entre sí y se respetan, sobre todo eso. Esa es la relación que han logrado crear compartiendo una misma forma de concebir la actuación.
–¿Cómo se encontraron con los personajes que les tocó interpretar en la telenovela?
Miguel Ángel Solá: –Sucede solo y después aparece la inteligencia en una ayuda precaria y puesta al servicio de un personaje con las limitaciones de nuestra inteligencia y las limitaciones del personaje. Al principio es una cosa intuitiva.
Juan Gil Navarro: –Sí, pero además, el otro actor con el que trabajás tiene muchísimo que ver en la construcción de tu personaje porque en definitiva lo que estás construyendo son vínculos. El otro te empieza a dibujar un poco la cancha. Vos tenés un pedazo de tiza, el otro dibuja de su lado y vos del tuyo, ves lo que va haciendo él y así se va armando el espacio del juego.
–¿Así fueron dibujando su relación padre-hijo?
M.A.S.: –Lo primero es la intuición, ese es el encuentro. Los capítulos se desarrollaron a base de intuición porque la guía del libro hasta que no cobra carne en los actores es literatura. Leés algo y después va cobrando carne como puede en la relación que establecés de trabajo. Por suerte, me han tocado estos actores para poder trabajar. Me he divertido mucho con ellos, vi cómo han buscado sus historias, cómo busqué yo la mía y nos encontrábamos todo el tiempo. No había desencuentro entre nosotros. Porque son todos “porque sí”, y el fundamento del “porque sí” es arbitrario. Cuando un ser humano construye tiene porqués, más oscuros o más claros pero tiene porqués. Cuando una persona destruye y ves que en esa destrucción también está su propio féretro, no tiene ningún porqué. Son erráticos. Lo que se vio hasta ahora de la novela es que es muy buena, que está muy bien hecha, está laburada por los actores… Es un orgullo formar parte ahí.
J.G.N.: –Hay un doble mérito con este trabajo. Porque en una obra de teatro, película o miniserie, el actor y el autor saben de dónde sale y a dónde va, y vos sabés cuáles son las cosas que están en el medio y sabés cómo jugarlas, mejor o peor. Pero en una tira… Una psicóloga me dijo una vez que es como caminar hacia atrás con los ojos vendados y está bueno que el público sepa porque es un doble mérito ver a los actores haciendo cosas en el capítulo cuatro, cinco o seis sin tener idea de qué es lo que van a hacer en el 50 o 60. Esa intuición es lo que hace más interesante y valioso este trabajo, es más riesgoso. Es como un cadáver exquisito pero de actuación. Para cualquier personaje, para el peor asesino o para el santo, vos descubrís qué cosas están dentro tuyo. Todos tuvimos ganas de matar y no lo hicimos, amamos con la mayor pureza. Es un trabajo de alquimia, que pongo de todo un poco y lo sacudo y creo que este es el personaje.
M.A.S.: –Pensá que veníamos grabando capítulo uno, luego el 27, luego el 15… Después, en el final se amontonaron los diez últimos, pero no teníamos la más puta idea. Pero además, el riesgo de la productora El Árbol y de Telefe de mandar una serie terminada sin testearla, es un doble mérito, es un mérito enorme. A la antigua. Porque ahora están con el minutero diciendo “quítenle a este, pongan este”.
–¿Y cómo la están viendo?
M.A.S.: –Estoy muy conforme con cómo se ha producido, se ha actuado, se ha dirigido. El arte es maravilloso, si ves los decorados a la usanza ves la diferencia acá. En este caso los escenógrafos son una maravilla. Todos están muy bien maquillados. Es difícil que eso ocurra en una serie.
–¿Qué les parece interesante de la historia de amor central?
M.A.S.: –Por ahora es una vorágine. No te puedo decir qué es lo importante. Lo único importante es que la gente se sienta acompañada por esa serie y que la serie se sienta acompañada por la gente. Hay muchos temas abiertos, hay amor y hay desamor. En el centro está la verdad y la mentira en juego, y es lo que más me importa. Veo que los actores actúan la verdad y la mentira con verdad
J.G.N.: –Se me escapa el análisis de lo que decís. Esta novela tiene el plus de tenerlos a Nancy (Dupláa) y Pablo (Echarri) con una química poco común de ver en una pareja central. Hay que tener una confianza inexplicable para hacer un capítulo con esta potencia. Está tan bien balanceado el tablero en este arranque que no estamos tanto más lejos que vos como espectadores. No habíamos visto ni el primer capítulo.
–¿Qué implica para ustedes como actores este trabajo?
J.G.N.: –Es un entrenamiento muy grande. Hay alguien que tiene que arbitrar entre dos visiones encontradas diciendo: «lo que conviene es esto». Es como estar en un barco en el que en algún momento tenés que confiar que va a ir para algún lado. Es un poco una gran perinola y después, para que esa perinola salga lo mejor posible, hay muchísimo talento y experiencia, no sarasa.
M.A.S.: –Hago hincapié en el estilo que cada uno de los actores eligió para sus personajes porque los directores no tienen más remedio que confiar en lo que ellos vayan haciendo. ¡No pueden tener toda la visión interna de cada uno de los personajes!
–Hablan mucho de la intuición, ¿hay forma de orientarla cuando abordan un papel?
M.A.S.: –Intuición es pensar rápido. Esto no se enseña, se aprende; entonces, ¿cómo se aprende?, haciendo, teniendo la posibilidad de hacer, teniendo el privilegio de que te convoquen con continuidad para hacer. Hay mucha gente que sabe cómo se hace pero son como los eunucos, no lo han hecho nunca. Es todo teoría y la teoría no responde a esto que es impronta absoluta. Un personaje de teatro tenés 250 horas como mínimo para poder trabajarlo y para llegar a los lugares más recónditos sintetizados en dos horas de trabajo. ¿Acá cuántas horas son? Cientos y cientos de horas de trabajo, y cada intento que pueda mostrarse ante la gente con un personaje es una experiencia muy diferente. La única forma de educarse es la probidad: hacer lo que se debe hacer. Es el único modelo que yo tengo. No dejar de prestar atención al otro. Si estás atento al otro, no te perdés nunca y ahí estás más allá de si sabés la letra o no. Es estar con el otro y en el otro todo el tiempo, no dejarle de prestar atención al otro.
Acerca de una difundida»lista negra» de actores
Juan Gil Navarro fue uno de los señalados en un repudiable artículo escrito por José Crettaz que salió publicado en el diario La Nación en diciembre donde se difundió un listado confeccionado sin criterio alguno en que aparecían un gran número de actores que habían formado parte de producciones subsidiadas por el Estado.
«Una nota así, atenta contra la dignidad de los periodistas. Hay un dejo de hijaputez. Y después está la mentira… La mayor parte de la gente de ahí ha trabajado con productoras independientes, producciones que los canales privados no pasan. La TV Pública ha hecho un trabajo maravilloso, supongo que ahora cambiarán las autoridades y pasará a ser otra vez un canal deleznable, pero el trabajo del canal público ha sido extraordinario en este tiempo. Y no soy kirchnerista. Y hay una medición que obvio es muy chiquita, pero quién hace a esa medición», comenta indignado Miguel Ángel Solá.
«Es cierto que se han hecho un montón de cosas que no se vieron y no sé si se van a ver. Ha habido algunas irregularidades y en todas las administraciones las hay, pero eso no da el derecho de señalar y decir ‘son ladrones o robaron de las arcas del Estado’», explica Juan Gil Navarro. «Yo he participado de los presupuestos más chicos… Entonces estar en tercer lugar y que me incluyan en la lista porque en una de las miniseries hice un cameo atendiendo el teléfono, que era una producción de Isabel Macedo, que es una amiga y ¡mi nombre estaba en tercer lugar! Yo jamás me iba a beneficiar de un poder del que nunca estuve cerca. Lo resucitan a Alfonsín o a Kennedy y yo no me voy a sacar una foto porque nunca jamás voy a estar ni he estado cerca de ningún gobierno ni lo estaré porque mi función es estar observando. Si uno discute con su mamá, cómo no va a discutir con la administración pública», completa.
Miguel Ángel Solá agrega: «No entiendo qué se persigue haciendo una cosa así. Tampoco entiendo cómo ustedes los periodistas no lo denuncian. Porque atenta contra todas las libertades. Tuve la posibilidad de que Canal 7 pasara la serie de Oesterheld de una productora chiquita, en un estudio chiquito, cobrando nada, con un libro hermoso. Después hice Quién mató a Uriarte, productora primeriza con directores primerizos en serie, fantásticos en cuanto al trabajo. En 17 años no trabajé en la televisión argentina. Llevo 35 años sin trabajar en Canal 13. En el Once hice seis especiales en toda mi vida. En Canal 7 hice dos ciclos : Luces y sombras y Cartas de amor en casete; en Canal 2 no trabajé nunca en mi vida, y en Canal 9 dos veces con las consiguientes estafas económicas. ¿Me podés explicar cómo puede una persona vivir así? A mí hay que buscarme con la guía en la televisión», finaliza el actor que también fue incluido en la lista por estas producciones que menciona.