Crece la escalada para apartar de la causa Nisman a la jueza Palmaghini

Por Néstor Espósito

El dictamen del fiscal Ricardo Sáenz sugiriendo que al ex titular de la UFI AMIA fue asesinado se inscribe en una estrategia que busca trasladar la causa al fuero federal, a pesar de que en los 55 cuerpos del expediente no hay indicios certeros del supuesto homicidio. Lorenzetti, desde la Corte Suprema, aportó lo suyo. Un juez de la Cámara del Crimen tiene la llave.

El dictamen del fiscal general Ricardo Sáenz sugiriendo que Alberto Nisman fue asesinado fue el penúltimo acto de una secuencia que tiene como único objetivo llevar la causa a la justicia federal. Dos semanas atrás, mientras la jueza de instrucción Fabiana Palmaghini tomaba una declaración testimonial, un funcionario del juzgado federal número nueve, a cargo del magistrado Luis Rodríguez, llamó a su despacho para preguntar qué iban a hacer con el pedido de «incompetencia» que le habían planteado las dos querellas. La jueza ya había resuelto que era «prematuro» hablar de homicidio y que, en consecuencia, seguiría ella con la investigación. Los abogados que representan a las hijas de Nisman hablaron de «decepción».

Entonces comenzó una escalada para apartar a Palmaghini de la causa. La sucesión de hechos es elocuente: el presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti, concedió un reportaje al diario español El País y habló de «impunidad» en la Causa Nisman. Sólo puede haber impunidad cuando hay delito y el suicidio no es delito. Indirectamente, Lorenzetti deslizó que a Nisman lo mataron. En privado, ya lo había hecho en al menos dos oportunidades ante los investigadores de la causa.

Luego sobrevino el dictamen de Sáenz, un documento tan audaz como inconsistente, pues tampoco él explica lo que es central para determinar qué pasó con Nisman: cómo lo habrían matado.

¿Había gente que quería a Nisman muerto? Sí, mucha. ¿Había gente dispuesta a matar a Nisman? Probablemente. ¿Alguien mató a Nisman? No hay en el expediente, que ya superó los 55 cuerpos, un solo indicio certero del supuesto asesinato. Las querellas y el propio fiscal Sáenz hablan de indicios: la falta de restos de pólvora en las manos, el estado de ánimo de Nisman, su decisión de trabajar junto a su secretaria el domingo de la muerte, su personalidad, la forma en que fue hallado el cuerpo, el arma. Puestos en secuencia, permiten construir un relato de homicidio. Pero, se sabe, a los querellantes no les gusta «el relato».

Sáenz apunta indisimuladamente al empleado informático Diego Lagomarsino. Pero el ex agente de inteligencia aeroportuaria Carlos «Moro» Rodríguez, el hombre que lo presentó a Nisman, descartó que Lagomarsino sea el asesino. Sandra Arroyo Salgado salió rápidamente a descalificar al «Moro», negando incluso una relación cuasi familiar que está documentada, pues las hijas mayores de ambos eran compañeras de colegio.

Arroyo Salgado tiene un alto poder de fuego. En la Justicia llega sin intermediarios hasta el despacho de Lorenzetti. En la política, su pulgar para abajo consiguió que Maximiliano Rusconi, el abogado de Lagomarsino elegido para ser fiscal ante la Cámara Federal de Casación, hoy esté prácticamente descartado para ese cargo. En sus últimas apariciones públicas, también atacó el accionar de la jueza Palmaghini.
Cuando la jueza Palmaghini asumió la investigación, los querellantes respiraron aliviados. Se habían sacado de encima, finalmente, a la fiscal Viviana Fein, encaminada a dictaminar que Nisman se había suicidado, con alto grado de probabilidad «empujado» por alguien desconocido. Suponían los querellantes que Palmaghini iba a actuar en consonancia con sus posturas, pero la jueza hizo algo inesperado: trabajó como jueza. En una muestra de independencia poco frecuente en tribunales, ordenó todas las medidas de prueba que le habían pedido, incluso una junta interdisciplinaria que la ex mujer de Nisman, Sandra Arroyo Salgado, exigía desde un principio y ahora parece menos interesada en su realización. El paso más importante será la declaración del ex espía Antonio Stiuso, prevista para hoy (ver aparte).

Pero pese a todos esos pasos, tampoco ella encontró razones para decir que a Nisman lo mataron.

Entonces es la etapa de correrla a ella, de la misma manera en que fue apartada Fein (cuya investigación, por cierto, es criticada desde el centro mismo del Poder Judicial). El dictamen de Sáenz será analizado el 18 de marzo por la Cámara del Crimen. El juez Mario Filozof, viejo conocido de Palmaghini, parece orientado a mantenerla en la causa; Marcelo Lucini, enfrentado con Filozof, se insinúa proclive al cambio de fuero. El que definirá será Rodolfo Pociello Argerich. El primer juez de la Causa Nisman, Manuel de Campos, no conserva una buena impresión sobre él, a quien le atribuye haberlo apartado de la investigación tras las primeras 40 horas de intensa actividad. Peor aún, le reprocha que también lo apartó de una investigación sobre la barra brava y la dirigencia de Boca. Una investigación que se encaminaba a la cumbre de la Comisión Directiva del club, encabezada por Daniel Angelici, uno de los hombres del PRO que trajina los despachos de los jueces, como lo han hecho otros operadores en cada gobierno desde 1983 hasta hoy.

Rodríguez puede volver a la escena

El juez federal Luis Rodríguez investiga al menos dos causas por amenazas contra Nisman, una de supuestos terroristas y otra por una foto en la revista Noticias en la que aparece un punto negro sobre la frente del difunto fiscal. En causas por amenazas hay dos premisas fundamentales: proteger al amenazado y encontrar a quien lo amedrenta. No aparecieron aún los que amenazaron a Nisman, y el fiscal fue hallado muerto. Ahora, Rodríguez aparece como el principal candidato a heredar la investigación por la muerte de Nisman. ¿Puede un juez que debía proteger a un fiscal amenazado, investigar un supuesto homicidio contra ese fiscal, cuya seguridad debió haber contribuido a garantizar?

Fuentes judiciales cuentan que Rodríguez creía que la investigación por la muerte de Nisman no le correspondía. Pero los querellantes lo convencieron de que había una continuidad entre las amenazas y la muerte, que eran fotos de una misma película, y parecía dispuesto a asumir una investigación que, probablemente, rozara su propio accionar. La decisión de la jueza Palmaghini pareció modificar esos planes. La Cámara del Crimen podría reencauzar el plan original.

A la espera de la declaración del ex espía «Jaime» Stiuso

El ex agente de Inteligencia Antonio «Jaime» Stiuso regresó a la Argentina el pasado 19 de febrero y está previsto que se presente a declarar en la justicia como testigo por la muerte del fiscal especial de la causa AMIA, Alberto Nisman.
El procurador mantenía una estrecha relación con el ex integrante de la SIDE producto del trabajo conjunto que estaban realizando en la investigación por la voladura de la mutual judía.

El ex hombre fuerte de inteligencia ingresó al país por el paso fronterizo de la ciudad entrerriana de Gualeguaychú que une con la ciudad uruguaya de Fray Bentos. Según informaron fuentes oficiales, sobre el ex espía no pesaban pedidos de captura ni otro tipo de restricciones.

Stiuso se había ido de la Argentina tras el fallecimiento de Alberto Nisman. Su nombre había quedado en el ojo de la tormenta luego de que el 18 de enero de 2015 el fiscal de la UFI AMIA fuese encontrado con un tiro en la cabeza en el baño de su departamento, ubicado en Puerto Madero.

Antes de cruzar la frontera con una batería de denuncias en su contra, Stiuso había brindado testimonio ante la entonces fiscal del caso, Viviana Fein. En esa oportunidad dio poco detalles sobre los llamados que Nisman había hecho a su celular poco tiempo antes de morir (y que el agente no atendió).

La inminente declaración de Stiuso se conoció luego de que la jueza Fabiana Palmaghini se hiciera cargo personalmente del mando de la pesquisa, en diciembre pasado, tras desplazar a Fein. La investigación podría cambiar de manos una vez más. En estos días se debate si el caso continuará en manos de Palmaghini o pasará al fuero federal de la Capital Federal, tal como solicita la querella (ver aparte).

En este contexto, el fiscal de la Cámara del Crimen, Ricardo Sáenz, dictaminó el jueves –a pesar de que los indicios del expediente pueden abonar también la tesis del suicidio- que a Nisman lo mataron por su cargo de titular de la UFI AMIA luego de denunciar a la ex presidente Cristina Fernández de Kirchner.

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