Dos ONG advirtieron sobre las técnicas para «romper los cuerpos y mentes de los detenidos» llevadas a cabo por el servicio de inteligencia israelí en los centros de detención de palestinos.
Distintas organizaciones israelíes presentaron un informe en el que denunciaron abusos y torturas sistemáticas a presos palestinos a manos del servicio de inteligencia interno israelí en la cárcel de Shikma, en el suroeste del país. Según sostuvieron los autores del trabajo, realizado por las ONG Hamoked y Betselem, en la prisión se usan técnicas destinadas a “romper los cuerpos y mentes de los detenidos”.
El informe está basado en testimonios de 116 palestinos -tres de ellos menores- encarcelados entre 2013 y 2014 e interrogados por la Agencia de Seguridad de Israel, el servicio de Inteligencia interno, también conocido como Shabak o Shin Bet. “Las celdas son estrechas, sin ventanas, ni iluminación, ni ventilación natural. Hay luz eléctrica encendida las 24 horas, un colchón en el suelo y un retrete que es un agujero. Los presos las describen como sucias, polvorientas, húmedas, sin ventilación, asquerosas y muy frías. Y afirman que les dan abrigo insuficiente y acceso limitado a duchas, ropa y toallas limpias”, contó Noga Kadman, una de las autoras del paper.
Entre otros detalles, el informe destaca que la mayoría de los presos permanecen en confinamiento solitario, algunos no ven a otra persona durante días y muchos no tienen acceso a un abogado durante semanas o meses. Sufren dolores de cabeza constantes, fiebre, infecciones y problemas en la piel. Hay 14 detenidos que denunciaron violencia física, como puñetazos en la cara durante los interrogatorios, a veces ininterrumpidos durante más de 24 horas. Un tercio de ellos aseguró haber sufrido golpes antes de llegar a la prisión.
Kadman agregó que los encarcelados están “atados, a veces de pies y manos, sentados en sillas diseñadas para provocar incomodidad y dolor (como una con cinco patas, la quinta en el centro y más larga que las demás para causar inestabilidad constante), sufren amenazas hacia ellos y sus familiares, gritos en el oído, escupitajos, comentarios vulgares y sexuales”. La experta, integrante de la organización Betselem, aseguró que los testimonios coinciden con lo que ocurre en otras prisiones, en las que también los detenidos tienen prohibido dormir y describen la alimentación diario como “incomible, sucia, a veces medio cruda o podrida”.
Ariel Shenkar, abogado de Hamoked, sostuvo que el problema es grave porque ninguna de las instituciones responsables “quiere investigar lo que sucede”. En ese sentido, lamentó que las pocas investigaciones abiertas son “lentas, no efectivas” y examinan solo casos individuales que parten de denuncias de los detenidos, algo que rara vez ocurre. “No hay voluntad de atender al problema sistémico y no investigar lleva a que no se exijan responsabilidades, lo que acaba en la impunidad” frente a “métodos de interrogatorio inhumanos que suponen una clara violación de la legislación internacional y de la Convención de Ginebra”.
Desde la Agencia de Seguridad de Israel hicieron pocos comentarios en relación a la denuncia, cuyo contenido consideraron “sesgado y distorsionado”. “Las investigaciones se llevan a cabo en conformidad con la ley y con el objetivo de evitar perjuicios a la seguridad nacional”, se limitaron a decir desde el Shabak.