Nicolás Eisler

A pesar del poco amor que profesa por los dos 10 más famosos de la historia de Boca, Nicolás prefiere emularlos y escribir en tercera persona. Más que todo para conservar las formas, ¿vio?

Hasta que entró a Tiempo, Nicolás tenía solamente una pasantía de doce semanas en Clarín como experiencia en medios. De hecho no había tenido ningún trabajo que le durara más de seis meses en los más variados rubros, desde asistente comercial a telemarketer. Siempre le gustó el periodismo, su tercera profesión preferida después del fútbol y la música. Por severas limitaciones físicas y técnicas nunca pasó de ser un lateral sin salida y de la intro de «Humo sobre el agua».

Cuando tuvo su “entrevista de admisión” para el diario, en una especie de taller clandestino ubicado en la parte alta del restaurante más caro de Buenos Aires, las que serían sus futuras jefas le preguntaron en dónde tenía más “fuentes”. Nicolás confundió “fuentes” con “números de teléfono” y respondió: “En el Congreso”. En honor a la verdad no tenía ni un solo contacto en política. Como el parlamento ya estaba cubierto, le hicieron un lugar en Ciudad, entonces responsabilidad de Claudio Mardones, un personaje funesto que seis años más tarde aún lo aconseja sobre sus labores con paciencia (ya no tan) infinita.

En los casi tres meses de conflicto Nicolás terminó de conocer a sus compañeros. Descubrió que aquellos que no le caían demasiado bien eran más tímidos que maleducados o más colgados que egocéntricos, pero todos buena gente. También se cruzó con otras personas que nunca había visto y cree que nunca va a terminar de agradecerles lo generosas que fueron. Toda esa gente lo mantiene a flote cuando llegan las malas nuevas desde el Ministerio de Trabajo, de las reuniones con seres que no deberían poder salir de su casa o cuando simplemente cae en cuenta de que ya pasó demasiado tiempo sin que aparezca un billete.

A Nicolás le encanta comer milanesas y tortilla de papas y no le gusta para nada doblar las sábanas de dos plazas, en especial las que tienen elástico. Después de mucho peregrinar, encontró un trabajo que lo apasiona, incluso más que las milanesas, y quiere seguir haciéndolo en Tiempo con todos sus compañeros. Por eso espera que los cachivaches y sus prestanombres tengan un rapto de honestidad y pongan lo que hace falta para que la máquina vuelva a funcionar. Y si no, que se corran del medio.

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