“Hay un castigo a la línea editorial, que es la que construyeron los periodistas”

Convocados por los trabajadores de Tiempo, Damián Loreti y Graciana Peñafort, dos de los principales impulsores de la Ley de Medios, reflexionaron sobre la centralidad del proceso de vaciamiento del Grupo 23 en el contexto del asedio a la normativa que el gobierno de Macri procura dejar sin efecto.


“Parece bastante ostensible cuál es el paradigma del rol que –no sólo en relación a los medios– el Estado prevé asignarse a sí mismo en términos de redistribución de bienes en general. Plantear que está en un proceso de ajuste es al menos una media mentira, ni siquiera una media verdad: lo que hay es una contumaz reasignación de recursos. Si uno le saca al Estado la plata de las retenciones a la renta agraria y a la renta minera, sólo por citar dos ejemplos, eso sólo se recompone con aumento de impuestos, con quita de subsidios, con endeudamiento y con despidos”, decía ayer Damián Loreti en la redacción de Por Más Tiempo, cuando aún no había cesado el estrépito de los tambores de la movilización a Plaza de Mayo en contra de los despidos en la administración pública. Abogado y docente, representante y agudo consejero de los trabajadores en numerosas luchas contra las patronales de la comunicación, Loreti fue uno de los principales impulsores de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Junto a él, Graciana Peñafort, también abogada especialista en Derecho a la Comunicación y redactora de la normativa sancionada en 2009 y cuyos artículos antimonopólicos acaba de derogar, vía DNU, el presidente Mauricio Macri. Ambos aceptaron la invitación de los trabajadores de Tiempo en lucha por el pago de sus salarios para, en una suerte de entrevista colectiva, reflexionar sobre la centralidad del proceso de vaciamiento del Grupo 23 en el actual contexto de asedio a la Ley de Medios y recorte de la pluralidad de voces en los medios de comunicación.

Loreti: –Este proceso de reasignación de recursos también se da en los medios de comunicación, aunque de modo más explícito. Se dijo: esto es un negocio y vamos a ver qué hacemos con los más chicos. Y eso supone un paradigma en la política de medios que no se compadece con las obligaciones de derechos humanos que tiene la Argentina. Porque hay un punto en que las políticas no son opinables. El Estado argentino acaba de resolver apartarse de los estándares del sistema interamericano en materia de libertad de expresión. Primero, con el decreto 267, volteando sin ninguna necesidad y ninguna urgencia las reglas de pluralismo y diversidad que existían. Porque ampliar la cantidad de medios que cada cual puede acumular y facilitar la compra de medios con problemas de papeles no son cuestiones de necesidad y urgencia. Y luego estrangulando medios por vía de una retaliación, a mi criterio, basada en la propia situación del mercado y en sus líneas editoriales, lo cual es lo mismo que los defensores de los sectores hegemónicos planteaban en los juicios contra el Estado en la época de Cristina, diciendo que no había razonabilidad para sacarle por completo el financiamiento a un medio. La propia Ley de Medios dice que la distribución de publicidad debe ser equitativa. Pero equitativa no significa basada en la tirada ni regida por las reglas del mercado.
Peñafort: –Me parece que la ausencia en este momento de publicidad oficial –salvo la campaña contra el dengue y el fenomenal financiamiento indirecto que significa para los canales de aire privados la adjudicación de la transmisión de los partidos de fútbol más importantes– tiene que ver con un intento de disciplinar a los medios. De hecho es público que a algunos medios que están armando su programación llegan llamémoslas sugerencias de que determinadas personas o determinadas líneas editoriales no sean tan visibles o directamente no estén. Y eso en el contexto de una brutal transferencia de recursos de los sectores medios y bajos hacia los altos, que debe ser invisibilizada. Respecto al Grupo 23, creo que hay un castigo a la línea editorial que ha tenido todos estos años, que no es sólo la de su dueño sino también la que construyeron sus periodistas, que no tienen por qué recibir ese castigo. Por otra parte creo que el Grupo 23 tiene algunas cosas codiciadas por algunos, licencias de radio por ejemplo, y frente a su evidente desguace la autoridad de aplicación –autoridad por cierto ilegal, pero ese es otro debate– se hace claramente la zonza. Hoy escuchamos que tal compró esto, que tal otro compró aquello, una suerte de Jack el Destripador de frecuencias que tienen un montón de laburantes, y esto va de la mano de la política de facilitar los despidos no sólo en el sector público sino también en el privado. La lección que están viendo todos los periodistas de la Argentina con ustedes es que si se quedan sin trabajo nadie los va a ayudar.
PMT: –Queríamos preguntarles cómo analizan el modo en que se pensó la construcción de una comunicación contrahegemónica, como se intentó hacer desde el kirchnerismo, y si no creen que, en parte, este conflicto es la secuela de esa modalidad, librada al arbitrio de empresarios inescrupulosos como Sergio Szpolski.
P: –Es más bien la secuela de cómo “no” se pensó. La gestión anterior cometió errores en materia de medios –demorar por años los concursos para los canales de tevé digital fue un enorme error–, y creo que también lo fue su comunicación muy centralizada. No creo en el circo del “queremos preguntar”, pero sí fue un error no permitir una mayor diversidad de voces. Y, por fin, creo que se confundió subsidio con pauta oficial. La pauta tiene que ver con la comunicación de los asuntos de gobierno. Hubo parvas en el fútbol: estaba perfecto que la gente se enterara del plan Pro.cre.ar y fuera a averiguar. Eso no implica que vos uses la pauta oficial como subsidio indirecto de medios nuevos, medios emergentes, medios comunitarios, porque si lo hacés, podés comunicar mal. No es un buen esquema.
PMT: –Tiempo Argentino nació en el contexto de la sanción de la Ley de Medios y poniendo en la agenda temas que estaban vedados, como la apropiación de Papel Prensa. Entonces, otra vez, ¿por qué avanzar contra Clarín apostando a un empresario como Szpolski?
P: –El problema no era sólo Clarín sino, en general, todo el sistema de medios. Desde luego, el tema de Papel Prensa era crucial, un oligopolio fuertemente configurado que afectaba a muchos diarios, sobre todo del interior. Respecto de la figura de Szpolski, no creo que lo hayan ido a buscar; Szpolski vio una posibilidad y la aprovechó. Lo que me preocupa, lo que ha fallado en todo este tiempo, es el control de los temas societarios, y ahora, con todas estas transferencias que se están dando, como las de Radio América y Tiempo Argentino, y con el Estado sin el rol que tenía con la Ley 26.522, rápidamente esas sociedades pueden convertirse en cáscaras vacías. Y en este contexto, estos tres meses de absoluta inacción del Estado no se deben a que “no saben qué hacer”. Yo estoy convencida de que, puntualmente, por una de las radios de este grupo, el interesado está muy vinculado al Estado. Todo el mundo cree que Martínez Rojas es un testaferro de Szpolski pero yo creo que viene por el lado del gobierno. A mí lo que me preocupa de este conflicto es que demuestra cuál va a ser la actitud del gobierno frente a los conflictos por empleo. Una no respuesta que viene con algo peor: un protocolo de seguridad que pretende regular la forma en que vos podés protestar porque hay un empresario que se borró y hace tres meses que no te pagan. Un Estado, además, que te revisa el Twitter, te revisa la línea editorial y en base a eso decide si vos tenés o no derecho a trabajar.
L: –Lo que queda claro es que la crisis de todo el grupo es funcional a lo que dice el ministro de Hacienda y Finanzas: las empresas subsidiadas por el Estado no tienen que existir. Ese es el disciplinamiento: quiere decir que no puede existir un medio que viva mayoritariamente de la pauta pública. No hay lugar en el mundo donde no haya mecanismos de subsidio al pluralismo si se quiere, claro, tener un panorama plural de medios. Donde eso no existe, los gobiernos son socios o son rehenes de los medios concentrados .

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