El caso de una joven de Olavarría apropiada en la dictadura revela la existencia de un plan sistemático.
“Reafirmamos el compromiso de mantener el contrato con nuestros lectores, sustentado en una mirada comprometida con la política de Memoria, Verdad y Justicia”, escribió hace tres semanas el empresario correntino Mariano Martínez Rojas, a modo de presentación como flamante editor responsable de Tiempo Argentino. Sin embargo, hasta hoy, el supuesto nuevo dueño ni siquiera depositó un centavo para los trabajadores, y son ellos (nosotros) quienes mantienen ese compromiso con los lectores. Así como Tiempo dio la primicia a nivel nacional, en julio del año pasado, sobre una madre que recuperaba a su hijo robado al nacer (Sebastián) 34 años atrás en Olavarría –el mismo partido bonaerense donde creció Ignacio Carlotto bajo el apellido Hurban–, ayer se sumó un nuevo caso que revela la existencia de una red local dedicada a la apropiación ilegal y comercio de bebés durante la última dictadura cívico-militar.
El martes, Agustina tuiteó: “Adn#recupere mi identidad! Feliz! Despues de 37 años!”. Acababa de tener el resultado positivo del Banco Nacional de Datos Genéticos, sobre una historia que comenzó en octubre de 1978, cuando Stella Maris, de familia pobre y apenas 15 años, llegó desde Bolívar para tener a su beba en el Hospital Municipal de Olavarría. Pero el médico Néstor Borzi le dijo que no había nacido viva. Al mismo tiempo, el profesional firmó el acta de nacimiento estableciendo que Agustina era hija biológica del matrimonio Villarreal. Esta falsedad fue completada luego por el Registro Civil olavarriense, con la firma de Juan Francisco Forte. Los mismos dos que participaron del caso de Sebastián. “Acá hubo todo un sistema de complicidades, distintos eslabones entrelazados de un ente con un único propósito: dejar a la mamá sin el bebé y entregárselo a otra familia que buscaba uno”, relata la abogada de Agustina, Mariana Catanzaro. Ese acta pasa a ser fundamental en la causa que se tramita en el Juzgado Federal de Azul por apropiación y falsificación de identidad, y que tiene a los apropiadores imputados.
Si bien los nexos son civiles, hay una figura castrense dando vueltas: la hermana mayor de Stella estuvo casada con un militar azuleño, luego fallecido. A Agustina, criada como hija única de los Villarreal, siempre le dijeron que nació por parto natural, pero ella sostiene que ya intuía algo a los 8 años. “Algunas sensaciones que tenía”, respecto a su familia. Presencia en lo económico (el supuesto padre era banquero), distancia desde lo afectivo. Recién hace unos dos años su apropiadora le confirmó la presencia de su madre biológica. Vive en un pueblo cercano, Agustina fue y la encontró. Stella creyó ver a un fantasma: “¡Me dijeron que estabas muerta!”.
En estas horas Agustina le confirmó la noticia por teléfono. Ahora empezará a adaptarse a esta nueva realidad que la encuentra con varios hermanos de parte de sus dos padres, hoy separados. Su abogada afirma: “La apropiación es clara, pero hay eslabones que faltan completar, por ejemplo si hubo dinero o quiénes más participaron desde adentro del Hospital. Luego iremos por todo”.