Clara Encabo

Llegué a trabajar a una redacción de la calle Suipacha para poder terminar Arquitectura. Estaban armando los ceros de “la revista del siglo que viene”. Me recibí, pero no despegué: el universo del periodismo me resultaba mucho más rico y abarcativo. Leí. Conocí a un montón de gente. De la valiosa, y de la otra. Maestros. Hermanas. Amigos del alma y de los otros. Pasé 5 mundiales en redacciones viendo sufrir al resto. Desfilé por secciones y cubrí distintas tareas mientras se sucedían los vaivenes del país.

En 2010 desembarcamos con Roberto y Gustavo desde Veintitrés para armar su gran sueño: “el diario del Bicentenario” quería competir nada menos que con Clarín. Primero llegó la gente. Después los escritorios, las máquinas. Y más gente. Y más. Llenamos la redacción con fotos de quienes debían inspirarnos: Walsh, Raab, Alsina Thevenet, Urondo…Todavía me sorprendo cuando veo un lector con nuestro diario en algún bar o colectivo. Nuestro diario. En este diario aprendí que la democracia nos incluye a todos o no es, y a militar por la autoestima nacional; también a desarrollar el multitasking furioso, entre los que incluye, hoy, a José.

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