Boyanovsky Bazán

La primera edición de Tiempo Argentino se envió por red a la imprenta luego de una cuenta regresiva en la que participamos a los gritos y emocionados casi todos los trabajadores. Después lo festejamos con música y vino, y hasta cantamos cantitos que hablaban del diario y nuestro futuro. En la primera época funcionábamos en una caja rectangular con apenas unas ventanitas por donde entraba la vegetación del terreno lindero, ubicada en un primer piso de Palermo. Entrábamos cerca de las 14 y nos quedábamos hasta pasadas las 23, o incluso más. A veces salíamos tan conectados con lo que habíamos hecho que volvíamos a la carrera para corregir algo que creíamos erróneo, o llamábamos a nuestros compañeros que habían quedado hasta más tarde para avisarles o pedirles que revisaran algún párrafo, para ir a dormir tranquilos. Tal era nuestro entusiasmo.

A mis 43 años vengo de trabajar en varias redacciones y en distintos rubros. A lo largo de mi carrera periodística escribí sobre motociclismo, moda, ciencia y medicina, política, información general, música, teatro. Además de ficción, que es lo que más me motiva, investigué y publiqué libros sobre los setenta y los movimientos sociales. Estuve unos cuantos años en Editorial Perfil y fui colaborador de muchas, muchas revistas y publicaciones, de las que van al kiosco y de las otras. Así encontré en este diario un conjunto de compañeros con los cuales compartimos trabajos y luchas -que a veces son lo mismo-. Pero también gente nueva para mí y para el periodismo, chicos que empezaron su carrera aquí, y que llegaron llenos de energía y talento.

En Tiempo describí la vuelta de los científicos al país, el histórico acto del Bicentenario, los conflictos permanentes en la ciudad de Buenos Aires con los trapitos, los vendedores ambulantes, los docentes y el espacio público; conté la vida del Papa Francisco el día de su asunción y las disputas en las zonas calientes del mundo. Tiempo -igual que Radio América- acompañó mi carrera musical cuando edité discos y hasta relató mi participación en un video homenaje a Néstor Kirchner, que tanto molestó al gran diario argentino.

Una vez, una joven estudiante de Sociología me preguntó para su tesis, que aprobó con honores, según supe después, qué era lo que más valoraba de estar en Tiempo Argentino, y mi respuesta espontánea fue “mis compañeros”. Sé que otros también dieron la misma respuesta. Y eso debe ser lo que hoy nos mantiene unidos, defendiendo lo que es nuestro por derecho.

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