Szpolski, Garfunkel y Martínez Rojas tienen algo en común: los tres forman parte de una transferencia empresarial que tiene mucha pauta pública por cobrar.
En asamblea, la redacción del diario resolvió reclamarle al gobierno que no cancele ningún pasivo por publicidad ante la enorme deuda salarial que mantienen con sus trabajadores.
Cerca de las seis de la tarde del sábado 6 de febrero, los trabajadores de Tiempo Argentino estaban a pocas horas de cumplir el primer día de permanencia ininterrumpida dentro de la redacción en defensa de sus puestos de trabajo. El disparador de la decisión sucedió el día anterior, cuando Mariano Martínez Rojas, considerado como el presunto nuevo dueño del diario, resolvió impedir la salida del diario luego de truncar su negociación con Editorial Sarmiento, la empresa editora de Crónica que, desde hace pocos días, es la planta elegida para imprimir las próximas ediciones de Tiempo Argentino. La decisión de Martínez Rojas fue posterior a su negativa de cancelar en un solo pago los 11 millones de pesos que le reclama otra imprenta, según dijo este empresario a la Comisión Interna de Tiempo Argentino. La intempestiva negativa patronal de imprimir el diario no es la primera, pero impactó en la redacción como la preocupante confirmación de un lock out, es decir, de la voluntad del presunto nuevo comprador del matutino de vaciar el diario y de ahogar al medio como fuente de trabajo de 200 familias.
La decisión de Martínez Rojas de no sacar el diario a la calle impacta directamente en la posibilidad de cobrar los contratos de publicidad que la empresa editora del diario, Balkbrug S.A., ha celebrado con anunciantes privados y públicos. Resulta curioso que un ignoto empresario que lleva dos semanas al frente de un matutino nacional decida abortar la impresión de su edición, cuando tiene comprobadas posibilidades de seguir vendiendo publicidad y de cobrar las cuentas que le adeudan distintos clientes.
El vaciamiento de una empresa queda fehacientemente comprobado cuando su dueño aborta los ingresos que tiene por cobrar y facturar con el fin de ahogar económicamente a sus trabajadores. No es el único indicio que marcará a los primeros días de Mariano Martínez Rojas al frente de Tiempo Argentino, pero fue considerado por los trabajadores de la redacción para dar otro paso en la defensa de sus puestos de trabajo: reclamarle al Gobierno nacional y a todas sus reparticiones contratantes de publicidad que no le paguen a ninguno de los ‘tres mosqueteros del vaciamiento de Tiempo Argentino’, es decir, al flamante y presunto propietario Martínez Rojas, y a los supuestos vendedores de la empresa: Sergio Szpolski y Matías Garfunkel. ¿Para qué? Para que los vidriosos controlantes de Balkbrug SA no embolsen las cifras millonarias que podrían cobrar del Estado y que ese dinero vaya a los bolsillos de los trabajadores que llevan meses sin cobrar y que son acreedores privilegiados por encima de cualquier otro compromiso.
El terceto de empresarios no sólo está unido por la opaca transferencia de las acciones de Balkbrug S.A., sino también por el botín de publicidad que esa razón social tiene por cobrar y que seguiría facturando a cuenta de distintas reparticiones públicas del Estado federal, actualmente presidido por Mauricio Macri, jefe de un gabinete de Ministros coordinado por el funcionario Marcos Peña.
CONFESIÓN DE PARTE Y RESPUESTA DE LA ASAMBLEA
“¿Negoció la pauta publicitaria?”, le preguntó el bisemanario Perfil a Martínez Rojas en la última entrevista acordada. “No, pero me reuní con el director de la AFSCA (sic) Miguel De Godoy, le pedí apoyo, no económico porque sé cuál es la situación, y que me reactiven la pauta. Me dijeron que sí. Pero como todos sabemos la masa está reducida y la fracción es igual para todos”, contestó el hombre de 37 años que, desde hace dos semanas, protagonizó el desembarco del Grupo M Deluxe en los medios, a través de la anunciada, pero no documentada, compra del control accionario de Tiempo Argentino y Radio América. Las palabras del “entrepreneur” correntino al diario de Jorge Fontevecchia lo único que hicieron fue confirmar la orientación que los trabajadores del diario resolvieron impulsar antes de la publicación de esa parrafada.
En el día previo a esa confesión de parte, la Asamblea de Trabajadores de Tiempo Argentino mandató a su comisión interna para que le exija a los funcionarios del Poder Ejecutivo Nacional que no le paguen un solo peso de la pauta publicitaria adeudada y por facturar a Balkbrug S.A., la razón social que ahora está en manos de Martínez Rojas y que podría recibir cifras millonarias.
Ante esta maniobra de vaciamiento, protagonizada por Sergio Szpolski, Matías Garfunkel y Mariano Martínez Rojas, es inaceptable que el Gobierno nacional privilegie como acreedores a estos vidriosos empresarios, cuando le deben dos meses de salario y el medio aguinaldo de 2015 a 200 trabajadores que ya realizaron 60 ediciones diarias sin cobrar un solo peso. Ante esta situación, y luego de las palabras confirmatorias del empresario correntino, la decisión del Estado de pagar la publicidad contratada a Tiempo Argentino no puede quedar en manos de un presunto poseedor accionario que resolvió abortar la salida del matutino y llegar al control de la empresa sin pagar un peso a sus trabajadores.