Patovicas: denuncian el abandono de las campañas de concientización

Por Florencia Halfon Laksman

“Se han reducido y relajado los controles. Los responsables identificados como autores materiales de los últimos hechos violentos en la entrada de boliches no cumplían con ningunos de los requisitos exigidos para lograr la habilitación”, denuncia Leandro Nazarre, titular del Sindicato de Trabajadores Controladores de Admisión y Permanencia de la República Argentina (SUTCAPRA). En épocas donde ya no es tan habitual –aunque todavía sucede– que los jóvenes sean discriminados por su aspecto en la puerta de un local, no dejan de presentarse golpizas y hasta asesinatos perpetrados por quienes asumen la tarea de velar por la seguridad de los concurrentes. En el gremio no quieren que se los llame “patovicas”, porque entienden que se trata de un término despectivo, y piden mayores controles, sobre todo en territorio bonaerense. Sin embargo, la problemática se mantiene vigente en todo el país.

Uno de los casos más recientes se conoció a mediados del mes de enero en Resistencia, Chaco. Nelson César Acevedo, de 17 años, fue a bailar un sábado a la noche al boliche Santino, donde se produjo una riña (de la cual, aseguraron los testigos, él no participó, pero el dato es secundario). Juan Alberto Sánchez, a cargo de la seguridad en la entrada del local bailable, quedó detenido, acusado de ser el autor del disparo que mató a Acevedo esa madrugada. El arma no fue encontrada, pero el procurador general de la provincia, Jorge Canteros, informó que Sánchez tenía restos de pólvora en su mano. El subsecretario de Trabajo local, Gustavo Trangoni, declaró que el «patovica» no estaba registrado en el sindicato, no contaba con la habilitación correspondiente ni había hecho los cursos de capacitación, además de incumplir la norma que indica que dicho personal de seguridad no puede portar armas.

Pero no se trató del único hecho conocido este año. El primer fin de semana de 2016, un video viralizado en las redes sociales mostraba a patovicas de la disco barilochense Le Lac propinándole bastonazos a un grupo de jóvenes durante una pelea. El material fue difundido por el diario El Cordillerano, y en las imágenes no se registra ninguna intervención policial. Pocos días más tarde, en Mendoza, el joven stripper Matías Bonaffini denunció que fue golpeado en el boliche Wish por un patovica, en medio de una discusión con un cliente por un cubito de hielo. Según relató el diario Los Andes, mientras discutían, Bonaffini sintió que alguien lo sujetaba del cuello y le daba un golpe que le hizo perder la conciencia: eran el cliente y el controlador, que a continuación intentaron ahorcarlo. “Sentía que me ahogaba con mi sangre», recordó el muchacho.

El verano no terminó y sin embargo se puede concluir que “no han existido campañas de concientización de ningún tipo”. Así lo advierte Nazarre, titular del sindicato, consultado por Tiempo, y asegura además que “la temporada ha visto reducida la cantidad de turistas en la mayoría de los centros vacacionales, lo cual redujo significativamente la demanda de trabajadores de la actividad. Esto no implica que deban desaparecer los controles para verificar qué trabajador cumple con los requisitos para desempeñarse como controlador”.

Aunque en época de vacaciones los boliches son más concurridos, en especial en zonas balnearias, en los últimos meses de 2015 también se presenciaron varios hechos violentos. El primer día de noviembre, Pablo Gastón González fue encontrado inconsciente contra un árbol, frente a una discoteca de La Plata. Los médicos del hospital San Martín constataron que el hombre, de 41 años, presentaba “traumatismo encéfalo-craneano grave con pérdida de conocimiento, con un hematoma subdural, fractura de hueso temporal derecho, desplazamiento de línea media y contusión temporaria frontal”, según consignó el parte oficial. González murió, después de cinco días en coma. Los investigadores concluyeron que el hombre había ido con su primo al boliche de Calle 3 entre 42 y 43, cerca de la terminal de micros platense. Algunos testigos dijeron haberlo visto escupirle, borracho, al encargado de seguridad, y éste, en lugar de controlar la situación como indican los cursos de capacitación, lo habría tirado al piso de un golpe. Nueve días más tarde, el patovica Carlos Andrés Cañedo se entregó, pero fue excarcelado. Ahora la familia de González solicita testigos.

El pasado 20 de diciembre, Leonardo Miguel Prim, de 43 años, fue asesinado a golpes en la puerta de la disco Kalahari, al lado de la Municipalidad de Luján. Tres patovicas quedaron detenidos por el homicidio: Sergio Jugo (21 años), Boris Lordi (37) y Martín Simionato (37). «Lo llevaron afuera, no se sabe por qué todavía, le pegaron y lo mataron a golpes. Estaba tomando algo en la barra. No conocía a los patovicas. Los patovicas de Luján están acostumbrados a tratar así a la gente. Sé que le pegaron afuera, están las filmaciones y tenemos la cámara del municipio», avisó Karina, hermana de la víctima. El municipio decidió clausurar el boliche, al menos durante la investigación judicial.

Para las autoridades de SUTCAPRA, “la Provincia de Buenos Aires es la zona de mayores irregularidades, y la Ciudad también tiene casos, pero en menor medida”. Dice su secretario general: “El Estado debe promover políticas que permitan el trabajo conjunto entre empresarios, trabajadores, espectadores y el propio Estado, además de sostener en el tiempo los controles”.

Ley para resolver conflictos

En diciembre de 2009, la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner firmó el decreto que reglamentó la Ley 26.370, que creó el registro único de los trabajadores de control de admisión y permanencia, más conocidos como “patovicas”. La norma es la que regula no sólo su actividad sino también la de sus empleadores. Había sido sancionada por el Congreso en mayo de 2008.

La causa emblemática que derivó en una lucha permanente por legislar el asunto y que describe este panorama que se repite en los boliches argentinos es la de Martín Castellucci, un joven que salió a bailar con amigos el sábado 2 de diciembre de 2006 a La Casona de Lanús y a quien los golpes que allí le dio el patovica Lienqueo Catalán le provocaron la muerte tres días más tarde.

La fiscal Marcela Juan dividió en tres la causa judicial: una contra el dueño del boliche, Atilio Amado; otra contra el patovica y la restante contra los efectivos de la Policía Bonaerense Guillermo Guzmán y Cristian Messina, que no evitaron la golpiza y corrieron el cuerpo del joven para permitir que siguiera ingresando gente al lugar. El único sobreseído fue el dueño del boliche y por eso para la familia de Martín fue tan importante que la ley se reglamentara, para que, en el futuro, quede claro que cada involucrado tiene su cuota de responsabilidad, y de esa forma evitar que se repita.

Pero cada provincia debe adherir a esa ley y Buenos Aires empezó a implementarla recién en 2010, con la apertura del registro provincial de trabajadores y el centro de formación, que es obligatorio –siempre que los dueños de los locales se ocupen de reclamarlo- y se basa en técnicas no violentas para resolver conflictos.

Hasta hace poco, el programa incluía a la Secretaría de Derechos Humanos y a los ministerios de Trabajo, Justicia, Salud y Educación. Por el momento, no hay nuevas políticas sobre el asunto.

Otra de las provincias que adhirieron a la ley nacional es la de Río Negro, que reglamentó en 2011 una ley que ya regía desde 2008.

OPINIÓN
SIN ESPÍRITU PARA FISCALIZAR

Oscar Castellucci* (Asoc. Civil Martín Castellucci)

Creo que ya no se mantiene la peligrosidad de los «patovicas» en los boliches. Y la violencia que ejercen suele ser estacional: el pico empieza en septiembre, con la multitud que asiste a las fiestas de fin de año de los colegios, y se extiende hasta febrero. De hecho, el caso de Martín, mi hijo, ocurrió en diciembre. La mayor parte de los casos graves de agresiones se da en esta época y, aún sabiendo eso, me llama la atención cómo se está dando esta temporada, porque hay un pico que es preocupante.

En noviembre, el caso de Pablo González en La Plata; en diciembre, lo de Leonardo en Luján; y ahora, el caso del chiquito Acevedo, de Chaco. Una seguidilla de muertes así me resulta llamativa. Quizás son casualidades pero yo las relaciono con la dejadez del último tiempo.

En el tramo final de las elecciones, la prevención se dejó de lado. La mayor parte de las autoridades se desentendieron del tema. E inmediatamente después, no asumieron las nuevas autoridades que deberían encargarse del control de la nocturnidad. Hay poco espíritu de fiscalización y sanción. O sea, hubo un retroceso durante la etapa final del gobierno anterior y claramente no se trata de una prioridad para el nuevo gobierno. Nos ha sido imposible juntarnos con los actuales funcionarios a nivel de la Provincia de Buenos Aires y de la Nación. Y esta nueva gestión, al no designar gente idónea para esos cargos, está diciendo que no tiene ninguna política para esto, y ése es un combo peligroso.

*Su hijo Martín murió en 2006 a manos de patovicas del boliche La Casona, de Lanus, y él se ocupa de concientizar.

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