A pesar de haber “transferido” algunas de las empresas del Grupo 23, Matías Garfunkel y Sergio Szpolski no pueden limpiar su nombre ante la sociedad. Las redes sociales son el jurado cotidiano: “Paguen los sueldos” es el reclamo de cada día.
Los tiempos cambian, como cambia la respuesta de la sociedad a los cambios. Una de las novedades de esta era tiene que ver con las redes sociales, esas que generaron una nueva manera de comunicarse. Todos pueden esconderse en sus casas, dejar los lugares públicos e incluso autoexiliarse en países donde se paga en dólares. Lo que no pueden es resistir –estén donde estén, digan lo que digan- al escarnio público.
Con los dueños del Grupo 23, empresarios responsables del vaciamiento de Tiempo Argentino, Radio América y el resto de las empresas del conglomerado de medios, pasa eso: desde sus cuevas, una en el partido bonaerense de Tigre, otro –según parece- en la húmeda Miami, ven cómo la sociedad les pasa las facturas que ellos se negaron y se niegan a pagar.
“Pagá los sueldos que debés, impresentable”.
“Pagale a tus empleados vaciador serial de empresas”.
“Delincuente”.
“Miserable”.
“Garkaaa pagá lo que debés chorro”.
Los mensajes, ésos y otros cientos, pueden leerse en las respuestas a los tuits que Sergio Szpolski y Matías Garfunkel publican, cada uno desde sus cuentas (@sergioszpolski y @M_Garfunkel), en la red del pajarito. Las estrategias de los empresarios, sin embargo, son diferentes.
Mientras Szpolski decidió dejar de usar el tuiter para expresarse –su último mensaje es del 29 de enero-, el heredero de la fortuna de BGH lo mantiene actualizado, sobre todo con quejas, lamentos y denuncias para su socio y los presuntos aliados.
“Me acabo de enterar de que los tres mosqueteros de la costa: mierda, sorete y bosta habrían vendido G23 a @GrupoIndalo. @daricharte1”, escribió hace unos días el marido de Victoria Vannucci. “Cuando la KKKKKK se junta y se recicla en los medios –insistió
Garfunkel-, la justicia y la AFI pasan estas cosas. @daricharte1 Javier Fernández y Gallea”. ¿Más? Más catarsis. “De la SIDE y las coimas en el Senado a la vicepresidencia de BOCA: @daricharte1. Socio de Szpolski, Fernandez y Gallea. Nada cambia.” Y todavía más: “Supongo que algún día nos enteraremos si los Korruptos de @sergioszpolski, Pergolini y sus socios vendieron tb la frecuencia de @Fmidentidad”.
Garfunkel intenta pararse en la vereda de enfrente a la de Szpolski, como si fuera un personaje ajeno a la realidad que atraviesan los trabajadores del Grupo 23. Sin embargo, Garfunkel llegó al mundo Szpolski para convertirse en el socio mayoritario del G23, y compartía departamento laboral en Puerto Madero: una oficina frente a la otra, la puerta de uno frente a la puerta del otro, y la asistente personal del empresario hincha de River en el medio de ambos.
Hay una similitud en los tuits de los dos, a pesar de que el rabino lleva dos semanas sin escribir palabra en las redes sociales: los dos apelan a la religión. El “shabat shalom” es un saludo habitual al llegar el fin de semana. Las respuestas, en algunos casos, son mejor obviarlas. A los trabajadores de Tiempo no les gustan las agresiones, ni siquiera contra los responsables de que sus familias no tengan para comer.
Garfunkel cuenta con otra particularidad: aprovecha cada mención a su socio Szpolski para tirarle más excremento. Así, en los últimos días retuiteó informaciones de periodistas que daban cuenta de los problemas que tienen las empresas –según él, exclusiva responsabilidad de SS-, así como nuevas denuncias. Incluso cuestiona, desde la red social, al kirchnerismo, ese gobierno al que defendió durante años y que militó para la campaña presidencial, aunque luego buscó diferenciar al candidato del FPV del resto del kirchnerismo.
Parece ser una manera de buscar limpiar su nombre. Sin embargo, las devoluciones a sus tuits no dejan lugar para las dudas: ambos están sucios, ambos son responsables del descalabro del Grupo 23, de la falta de pago y de ¿haber dejado en manos? de Mariano Martínez Rojas parte de la empresa.