Soy Juan Diego, tengo 35 años, estoy casado con Mariana y soy padre de tres niñas: Mailen, Guadalupe y Olivia. Trabajo en Tiempo Argentino desde febrero de 2010, cuando ni siquiera habían montado la redacción de Uriarte. Hasta mediados del año pasado trabajé en la sección Policiales, luego pasé a Informes Especiales.
Nací en La Matanza. Fui padre a los 17 años y recién a los 25 terminé la escuela secundaria. En ese momento comencé a estudiar Comunicación Social en la Universidad de La Matanza. Luego empecé a escribir en revistas y diarios hasta que me convocaron a Tiempo.
Mi primera nota en Tiempo descubrió que la Bonaerense había montado un falso operativo para «recibir» al flamante superministro Ricardo Casal. Trataron de desmentirme. No pudieron. Jamás inventé un dato. Jamás un funcionario me pasó una carpeta con información. Nunca me invitaron a los almuerzos oficiales de las fuerzas de seguridad. En épocas K, Sergio Berni y compañía ni siquiera nos invitaban a las conferencias de prensa, pero con mis compañeros siempre buscamos la forma de llegar a contar el trasfondo de las historias oficiales.
En estos años estuve en el Amazonas con 50 grados de calor y mosquitos que parecían aviones; cené en villas y asentamientos, vi desguazar autos, balaceras en primera fila y no me tocaron un pelo; almorcé con narcos santafesinos que luego cayeron bajo las balas del negocio; también estuve en la primera fila de los velorios barras, visité a femicidas mediáticos en cárceles bonaerenses; charlé con mulas sudafricanas, con narcotraficantes españoles, ugandenses, nigerianos, de todas las razas y todos los países. Aprendí a cocinar cocaína, a tirar con fusiles; a «tarjetear» puertas me enseñaron en Villegas, el barrio más peligroso del conurbano. Los remiseros -a quien tengo entendido también cagó SS- me odiaban pero tanto trabajo me ayudó a entender por qué siempre es el pobre el que acaba tras las rejas.
Por eso, a partir de 2012 con María Sucarrat y Ana Encabo comenzamos a dar clases en el penal de Ezeiza, proyecto que llamamos «Periodismo tras las rejas». Lo hicimos durante tres años. Estuvimos en uno de los dos módulos más peligrosos del país. Jamás nos apuñalaron. Sólo nos llenaron de cariño. Los asesinos, los ladrones, los narcos, nos escucharon con respeto y nos devolvieron el gesto.
Con mis compañeros de redacción jugamos al fútbol dentro de la cárcel de Ezeiza. No una, varias veces. También guanteamos con los alumnos, sin guardias. Porque la mejor forma de creer en alguien, es confiando. Y nosotros confiamos. Porque estamos convencidos de lo que hacemos. Por eso trabajamos gratis desde noviembre, cuando el fantoche de Martínez Rojas todavía no existía, salvo para la Justicia correntina que lo tiene involucrado en una causa por estafa. Yo no tengo ni una causa. Y no porque sea bueno. Sino porque soy honesto y voy de frente. Así me enseñó mi madre kiosquera. Así que antes de comenzar a definir el perfil de los laburantes, pagá lo que debés Martínez Rojas. Nosotros no andamos con custodios ni tomamos whiskey en el Palacio Duhau. Nosotros, cuando salimos juntos a la calle, es para luchar por nuestros derechos. No mirando hacia los costados, esperando que alguien venga a cobrarse alguna cagada que hicimos.
JUAN DIEGO BRITOS, de los IMPRESCINDIBLES!!!!!!. (no son tantos). Un fuerte abrazo.
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Lo que vos haces se llama Vocación Juan Diego y la forma en que lo haces denota Talento (dos cosas poco frecuentes de reunir). Shapo. Dios te bendiga compañero. Y Resistan!!!! No están solos. Sepanlo.
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