“Soy inocente, hice todo lo posible para frenar ese tren”

Por Florencia Halfon Laksman / Foto: Mariano Martino- 30 de diciembre de 2015

El 22 de febrero se cumplirán cuatro años de la tragedia de Once. Desde el primer día, éste y todos los medios buscaron entrevistar al hombre que manejaba el tren que chocó. Él se negaba hasta que, después de la sentencia, por primera vez en su vida, accedió eligió hablar con un medio: Tiempo.

A Marcos Antonio Córdoba le cuesta hablar. Pide que la charla sea corta y avisa que está desilusionado. El maquinista que conducía el Chapa 16 que chocó contra la estación de Once el 22 de febrero de 2012 creyó que iba a poder comenzar una nueva vida, pero el Tribunal Oral Federal Nº2 lo acaba de condenar a tres años y medio de prisión y siete de inhabilitación, por considerarlo parte responsable del delito de estrago culposo, «por haber causado la muerte de 51 personas, más una por nacer». No quiere dar detalles del noviazgo que empezó después de la tragedia pero, en la primera entrevista de sus 29 años, el motorman le dice a Tiempo que es inocente, que se siente una víctima más, y llora al reconocer su temor de ir a prisión.

–¿Cómo repercute este fallo en usted?
–Estoy angustiado, dolido, decepcionado. No tengo muchas palabras más. Esto, sinceramente, no me lo esperaba. Pensé que iba a ser absuelto porque soy inocente. Hice todo lo posible: frené el equipo y el equipo no respondió. Si hubiese estado todo bien, ¿por qué el equipo no frenó? ¿Por qué no frenó, cuando yo frené a una distancia prudencial? Mucho ánimo no tengo. Digo lo que siento, lo que me parece injusto.
–¿Puede reconstruir cómo fue aquella mañana?
–Lo que no se me va a borrar nunca más son los gritos de la gente, los estallidos, cuando cortaban los fierros. La herida superficial se va, pero la que te queda siempre es la que tenés en el corazón y en la cabeza. Eso no te lo borra nadie.
–¿Le quedaron heridas del choque?
–Me quedó una marca en el pie, pero no es nada en comparación con lo que llevo acá (Córdoba señala su corazón).
–Inmediatamente después del hecho fue internado y quedó incomunicado. ¿Quién le contó lo que había pasado?
–Al principio fue todo rápido. Me enteré de la cantidad de fallecidos recién cuando fui a declarar, tres días después. Me encontré con mi abogada y el juez, y ahí me fui informando cómo fueron las cosas.
–¿Quiénes fueron los responsables de lo que pasó?
–No sé. Para eso están las pruebas. Las cosas están más que claras. Fue un juicio extenso. Yo no soy juez. Lo único que sé es que soy inocente porque hice todo lo posible para frenar ese equipo.
–¿Tenía experiencia suficiente para ese trabajo?
–Yo soy personal idóneo, por eso figuro así en el carnet. Estudié para ejercer esa profesión.
–¿Qué significaba para usted el oficio de ferroviario, de maquinista?
–Soy tercera generación de ferroviarios. No pensé que me iba a gustar, pero entré y me gustó. Me di cuenta de que el ambiente es muy unido. Te sentís contenido con ellos. Estaba cómodo con mi trabajo. Era un simple trabajador. Pero cambió mi vida. Lo primero que quiero es reacomodarla.
–¿Cómo han sido estos casi cuatro años?
–De mucha lucha, día a día. Ser fuerte para mí y para mi familia. Tratar de llevarlo como uno puede. Pero la cabeza sigue pensando cómo va a seguir la vida. No es simple. Traté de despejarme, pero uno no puede sacar esto, por más que lo intentes. Es una huella que se lleva siempre. Mi familia me ayuda, es mi gran apoyo. Y mi novia. Pero de mi vida privada no quiero hablar.
–¿Tiene miedo de ir a la cárcel?
–Sí. A cualquier persona inocente le da miedo. Una persona trabajadora, que se levanta todas las mañanas para ir a trabajar y de repente agarran tu vida y te dicen que sos culpable y que te pueden dar tres años y seis meses… Tres años de no ver a tu familia, de no disfrutar ninguna fiesta, un cumpleaños ni nada con tu familia… Obvio que da miedo. Miedo, dolor.
–¿Hay algo que quisiera decirles a los familiares de las víctimas?
–Que me solidarizo con ellos. No sé si este resultado los convence. Pero cuando leyeron la sentencia, aunque a mí me acusaron, me di vuelta y miré cómo se abrazaban. Y vi todo ese dolor que sienten. Por más que hayan dado sentencia como dieron, ellos van a llevar ese dolor por siempre, así como lo llevo yo. Soy una víctima más porque yo sentí, estuve ahí. Está bien, no he perdido familiares como ellos, pero sentí lo mismo que sintieron ellos.

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