En sólo 15 días el presunto nuevo dueño de Tiempo impuso 4 propuestas de pago que incumplió sin aviso previo, un dato que omitió sistemáticamente en sus declaraciones públicas. El «Lado B» de un flamante empresario de medios que hasta ahora dio más entrevistas que respuestas a los trabajadores.
Por segunda vez en ocho días, el empresario Mariano Martínez Rojas – quien se atribuye la compra del diario Tiempo Argentino y de la emisora 1190 Radio América- eligió un medio del Grupo Perfil para fijar su posición frente a la denuncia de vaciamiento de ambos medios formulada por las comisiones gremiales internas. Los señalamientos revelan sesenta días sin hacer efectivo el pago a los trabajadores. La primera vez dialogó con la revista Noticias. Venía de desembarcar en la empresa que por seis años regentearon Sergio Szpolski y el millonario Matías Garfunkel, y el tono de su mensaje era el de un hombre de negocios dispuesto a poner en marcha “el segundo grupo más fuerte de medios de la Argentina”, de la mano de “un grupo inversor norteamericano”.
“La realidad es que vine y me hice cargo de algo de lo que nadie quiere hacerse cargo. Hay gente que lleva tres meses sin cobrar. Pero eso no lo muestran. No muestran que fue Mariano el que, primero que nadie, se sentó a hablar (…) la plata la voy a ir poniendo a partir de ahora”, dijo en esa entrevista el mismo empresario que, desde entonces, lleva cuatro incumplimientos consecutivos de los plazos de pago anunciados por su propia apoderada. En ambos medios los trabajadores siguen sin cobrar los salarios de diciembre, enero y el medio aguinaldo del segundo semestre de 2015.
Como te digo una cosa te digo la otra.
En la segunda entrevista –concedida al diario Perfil y publicada hoy- el enfoque de Martínez cambió radicalmente. Ahora no viene a construir un grupo de medios fuerte sino a “limpiar y sanear”. Habló de “un diario que parece el Ministerio de Acción Social de épocas anteriores”, un eufemismo al que apeló para no pronunciar la palabra achique. Arremetió contra los trabajadores, a los que acusó de hacerle paro, pero no dijo nada de su decisión de dejar de imprimir Tiempo Argentino, ni de la deuda que mantiene con la imprenta. “Les dije que comprendan la situación, que lo iba a solucionar, y que me ayudaran, pero no entienden, no cobran hace meses. Les pedí unos días para organizar el quilombo que es esto y me hacen un paro”, afirmó.
Los trabajadores hacia los que Martínez Rojas se refiere desde el desconocimiento y la falta de respeto, son los que sacaron el diario adelante en estos dos meses sin cobrar y quieren que se siga publicando con la mayor calidad y profesionalismo posibles, recibiendo la contraprestación básica de cualquier actividad laboral: el salario.
Martínez también habló de un dato que nunca existió: “Les pedí que se pongan a trabajar a la firma, no cuando se acredite el pago que se hace por transferencia bancaria, y no lo hicieron. Ahora nos presentamos al Ministerio”. Sin embargo las propuestas que envió su abogada a la Comisión Interna del diario lo desmienten y revelan los errores que ahora Martínez omite. Nunca hubo posibilidad de firmar un acuerdo, porque desde que llegó al control de la empresa hizo cuatro propuestas informales de pago que incumplió sistemáticamente. Uno de los testigos dela maniobra fue el abogado de los trabajadores, León Piasek, quien participó de una de las reuniones de negociación donde quedó en en evidencia que todas las ofertas que hacía no eran por escrito ni ante el Ministerio de Trabajo. En todos esos encuentros jamás habló de recurrir a la cartera laboral, aunque finalmente tuvo que hacerlo por una intimación del Ministerio de Trabajo del 4 de febrero. Este último viernes Martínez Rojas debió cancelar las deudas salariales que mantiene con sus trabajadores. No lo hizo y recién se presentará ante la cartera laboral el próximo miércoles, cuando deberá explicar por qué acumula cuatro incumplimientos El desconocimiento del acta no fue la única reacción de Martínez Rojas: también volvió a negarse a imprimir el diario e incumplió un acuerdo firmado en el Ministerio de Trabajo con los trabajadores de Radio América que establecía un plan de pago de los sueldos adeudados en la emisora. La negativa de Martinez Rojas de imprimir el diario ya fue denunciada públicamente y ante el ministerio de Trabajo, que también fue notificado de esta maniobra de cierre que se extendería hasta el miércoles.
Muchas palabras y ni un solo pago.
El recorrido discursivo de Mariano Martínez Rojas presenta contradicciones flagrantes en las palabras y más aún en los hechos. La promesa de un aumento en la tirada se transformó en la orden para no girar los pagos correspondientes a la imprenta, impidiendo así que Tiempo Argentino llegue a los kioscos desde el jueves pasado hasta el próximo miércoles por lo menos, en un lock out patronal que impide que los trabajadores hacer el diario. “Nuestro compromiso es regularizar la situación salarial a la brevedad” aseguró Mariano Martínez Rojas en la nota titulada “Tiempo Argentino, un desafío renovado” publicado en la página web de ese medio y donde Martínez se autodenominó “Editor Responsable de Tiempo Argentino”. Cuando este boletín salga a la calle, los trabajadores del diario estarán atravesando el segundo día de permanencia pacífica en la empresa con el objetivo de impedir el vaciamiento y preservar las fuentes de trabajo.
Hasta el momento, tanto Martínez Rojas y sus asesores letrados como el dúo SzpolskiGarfunkel, se negaron a difundir el contrato con la presunta operación de venta. Invitamos públicamente a Martínez, Szpolski y Garfunkel a dar una muestra de buena voluntad y mostrar el supuesto contrato ante nosotros y por supuesto a las autoridades que correspondan. El próximo miércoles en el Ministerio de Trabajo, Martínez Rojas tendrá una nueva oportunidad para evidenciar su solvencia, comenzar a pagar los salarios adeudados y refundar sus promesas iniciales. Hasta que eso no ocurra, para estos trabajadores y para la opinión pública Szposki, Garfunkel y Martínez Rojas son lo mismo. Las muestras de la maniobra están a la vista: el presunto vendedor y el autodenominado comprador no aportan una sola prueba de la operación, pero ambos mantienen las mismas prácticas perversas con sus trabajadores.
Texto publicado en el boletín de los trabajadores de Tiempo Argentino.